Buscando coherencia territorial: del PET al olvidado Plan de Desarrollo "Ideas para la Bahia Bicentenaria 2009/2020"
En
el Marco del Primer Debate de lanzamiento del CEGUIIR , y en
consonancia con los objetivos del mismo sobre construir conocimiento
local, la mirada sobre el Territorio en general y sobre el propio en
particular se constituye en plataforma para las políticas de Estado que
pueden establecer vínculos entre la “sintonía fina” [1]del
Gobierno nacional y el diseño de instrumentos propios de transformación
de Calidad de Vida en la ciudad y en la Región. Desde la Presentación
del PET (Plan Estratégico Territorial) en el 2004 y su avance en el
2008, por el Ministerio de Planificación e Infraestructura de la Nación,
conducido por el Arq. Julio De Vido,ni la Ciudad ni la Región han
desarrollado instrumentos que se propongan articular las estrategias
territoriales del Modelo de País que se plantea desde el 2003, donde la
Inclusión como paradigma de igualdad de oportunidades para todos y
todas, es la columna central de la Estructura de las Políticas Públicas
del Gobierno.Las
políticas del tercer milenio , van a estar signadas por la vida en las
ciudades. Según las proyecciones realizadas por distintos organismos
internacionales, la población del mundo se concentrará en un 70% en las
ciudades para el 2030. En Argentina , el 89%[2] de la población vive en ciudades y
es en esta plataforma donde se desarrollan los escenarios de pobreza y
desigualdad, que constituyen el desafío del Proyecto Nacional que
encabeza la Presidenta Dra. Cristina Fernandez Kichner y que requiere
para llegar a los sectores más vulnerables de la sociedad, el diseño en
“sintonía fina” a escala urbana y regional.
Varios
estudios establecen que la pobreza está asociada, entre otros factores,
con el crecimiento económico de un país y la forma cómo se distribuye
el ingreso. “Altas tasas de crecimiento económico generan empleo y
mayores fuentes de ingresos para la población. De acuerdo con
estimaciones de la CEPAL (2002), si el PIB per cápita en América Latina y
el Caribe, creciera a una tasa promedio anual de 2.6% durante el
período 2000-2015, la tasa de incidencia de la pobreza en el año 2015
sería sólo la mitad de la registrada en 1990 (alrededor de 20%). Así
mismo, el alto grado de desigualdad en la distribución de los recursos,
relativo al nivel de desarrollo de AL, ha sido señalado como uno de los
principales obstáculos en la reducción de la pobreza en la región. Por
ejemplo, estimaciones de la CEPAL muestran que una reducción del
coeficiente Gini en cinco puntos porcentuales exigiría una tasa de
crecimiento del PIB per cápita de solo 1.7% para alcanzar los cambios
antes mencionados. Igualmente, Londoño y Székely (2000) concluyeron que
si América Latina tuviera la distribución de ingresos de cualquier otra
región en el mundo, la pobreza disminuiría significativamente. Estos
autores simularon el nivel de pobreza de AL para el período 1990-1995
suponiendo que los ingresos se distribuían como en Europa del Este o el
Sur de Asia. Los resultados mostraron que la población por debajo de la
línea de pobreza sería sólo del 3%. Siendo 33.6% el porcentaje de
pobreza promedio durante este período en AL.”[3]
En este marco de disolución y anarquía se inicia
el proceso de recuperación económica y social en 2003/2007 por el
Presidente Néstor Kirchner y continuado en 2008/2011 por la Presidenta
Cristina Fernández de Kischner, retomando desde el peronismo perdido en
el golpe de Estado de Marzo 1976, las ideas del “proyecto nacional y
popular” de alto contenido social y de re-estructuración territorial
inclusiva al extenso territorio argentino iniciado por los planes
quinquenales[4]” en 1946.
El
Plan Estratégico Territorial, coordinado desde el nuevo Ministerio de
Infraestructura de la Nación plantea la oportunidad histórica de poner
en juego las ideas de re-territorialización de los territorios
“glocales”, con una fuerte impronta del Estado como planteaba
Roccatagliata , diseñando “escenarios a futuro” a partir del Modelo
Deseado, retomando la idea de multifocalidad de la red de ciudades como
parte de la estructura componente del mismo, haciendo énfasis en la
incidencia de la misma como base a reconfigurar en una marco de
abordaje de la pobreza estructural heredada.
La
actual configuración de las ciudades latinoamericanas , no es más que
la materialización en el espacio de la realidad del Coeficiente de Gini
para el continente.Los procesos de segregación urbana mantenidos como
situación de efecto de las políticas neoliberales sobre el territorio
hoy se constituyen en causa de tensión y desigualdad social. Y es
entonces desde el abodaje de esta platafoma espacial como problema y
causa que podemos establecer estrategias concretas de “sintonía fia”
hacia los contraprocesos de inclusión que motoriza el Estado Nacional.
En
consecuencia, lo que se propicia es que el TEMA DEL DESARROLLO
TERRITORIAL SE INCORPORE A LA AGENDA DE LOS GOBIERNOS COMO POLÍTICA DE
ESTADO Y SE DISEÑEN POLÍTICAS PÚBLICAS TENDIENTES A FORTALECER LA
CAPACIDAD ORGANIZATIVA DEL TERRITORIO, impulsando políticas de
planificación anticipativa, de articulación y coordinación
intersectorial e interjurisdiccional, en el marco de escenarios de
futuro. Una política de desarrollo territorial constituye una dimensión
integradora e interrelacionada de los procesos y de los fenómenos que se
producen en un espacio dado e impulsando una gestión en el mismo
sentido, propendiendo a lograr una dimensión transversal de las
políticas sectoriales que posibilite mejorar los niveles de
gobernabilidad y hacer más eficiente la asignación de prioridades y
recursos. La gestión del desarrollo territorial como política pública
apunta a lograr una modernización en el funcionamiento y eficiencia del
Estado, consolidando a éste en su rol de actor estratégico.
De la Estrategia Territorial Nacional a la Estrategia Local de organización del Territorio de la CIUDAD
“El
desarrollo territorial no es un problema técnico que se resuelve con
instrumentos tecnocráticos .Se trata de un problema esencialmente
político: que el territorio sea objeto de la política y de liderar un
rumbo de desarrollo que cambie sustantivamente las tendencias.”.[5]La
configuración espacial del territorio es el resultado de la
articulación de los fenómenos económicos, sociales, ambientales e
institucionales que gravitan en su producción. Todo cambio en cualquiera
de estos componentes retroalimenta modificaciones territoriales sobre
las que es necesario reflexionar para intervenir con políticas públicas
adecuadas a la visión de futuro a la que el país apueste.
Esta
concepción de proceso, diferente a la idea de producto, es la que nos
permite reflexionar hoy acerca de la situación en la que nos encontramos
respecto del modelo de territorio al que aspiramos como Nación. Como
decíamos inicialmente, el Gobierno Nacional puso en marcha desde al año
2003 una serie de políticas públicas que se conjugan en la idea-fuerza
de construir un modelo de desarrollo con inclusión social,
diversificación productiva e integración regional. El proceso de
planificación, llevado a cabo paralelamente, apunta a identificar las
medidas que, en materia de inversión pública, en materia jurídico
normativa y en materia de gestión promueven que el territorio se adecue a
dicho modelo, consolidando su viabilidad.
La
concreción de este modelo de país no está ni ha estado exenta de
conflictos. La historia nacional revela una disputa recurrente entre el
afianzamiento de un modelo de país exclusivamente agroexportador, de
alta concentración económica y con relaciones exteriores básicamente
unilaterales, y el de un país que apuesta a la industrialización con
inclusión social y justicia distributiva, comprometido en el
fortalecimiento de la identidad suramericana. Paralelamente, la
posibilidad de transferir rentas extraordinarias del sector primario
destinadas al desarrollo de otros sectores productivos en el país
siempre ha sido resistida por las élites hegemónicas. Esta controversia
atraviesa la historia argentina y explica su discontinuidad
institucional, diferenciándola de la de otros países que fueron capaces
de dirimirla y se encuentran hoy mejor posicionados frente a las
condiciones que impone la economía global.
La
inversión en infraestructuras y servicios básicos es otro soporte
fundamental del modelo de desarrollo con inclusión social. El proceso de
descentralización y segmentación de la producción que supone la
organización de la economía mundial conlleva el crecimiento cualitativo y
cuantitativo de intercambios de todo tipo y la necesidad de contar con
infraestructuras adecuadas para poder concretarlo.
Producir y comerciar bienes requiere de energía, de infraestructuras de transporte -como
puertos,
carreteras, ferrocarriles- y de redes de comunicación tecnológicamente
acordes con la dinámica de toma de decisiones que exige el comando de
las operaciones en el contexto global. En este marco, la ausencia de
dotaciones adecuadas a los estándares internacionales, así como la
provisión ineficiente de servicios, constituyen un obstáculo de primer
orden para la obtención de buenas tasas de crecimiento económico.
El
“Modelo” de País socialmente justo y economicamente integrado supone a
su vez un Modelo Deseado del Territorio. EL plan Estratégico
Territorial Bicentenario se asienta sobre cuatro ideas rectoras que
tienen una estrecha vinculación con las líneas de acción integradoras
que se proponen para alcanzarlo. Las estrategias específicas en las que
se desagregan permiten a espacialización geográfica de los objetivos, y
dan cuenta de la perspectiva integral que supone reconocer la
interdependencia de los fenómenos que ocurren en el territorio y de las
políticas sectoriales que allí se aplican. Estas ideas-fuerza apuntan a
la concreción de los siguientes esquemas organizacionales:
1- Esquema Integrado Nacional e Internacional El proceso de internacionalización de la
economía
establece una nueva relación entre lo local y lo global, y su
aprovechamiento estratégico representa un nuevo desafío para el sistema
productivo nacional. La mayor expresión de esta tendencia es la creación
del MERCOSUR, lo cual integra definitivamente a la Argentina en un
territorio de mayor magnitud. Esta integración se viabiliza por medio
de la apertura de nuevos y mejores pasos fronterizos, y la creación y
consolidación de los corredores de integración -áreas geográficas de
dimensiones variables que cumplen el rol de articular territorios a
nivel internacional-.
2- Esquema de Fortalecimiento y/o Reconversión Productiva Para
lograr el equilibrio del territorio en su dinámica económica, se
revalorizan nuevos núcleos productivos en las áreas menos desarrolladas a
través de planes y programas de desarrollo local y regional, y se
resuelven los déficit de infraestructura y los problemas estructurales
de las áreas más consolidadas.
3- Esquema de Conectividad Interna Para
la consolidación de una conectividad interna que permita la eficiente
comunicación de flujos de bienes, personas y servicios, es necesario el
diseño de nuevos ejes de articulación y desarrollo, complementarios de
los históricos corredores radiocéntricos y los incipientes corredores
bioceánicos.
4- Esquema Policéntrico de Ciudades La
consolidación de nuevos núcleos productivos y la reformulación de los
corredores de transporte potencian la dinamización de centros de
servicios locales y regionales, factor que favorece la configuración de
un sistema policéntrico de ciudades de diversa jerarquía que ofrece
oportunidades de progreso a la población, revirtiendo los efectos
adversos del proceso migratorio hacia las grandes ciudades.
En este Marco el Estudio del Plan de desarrollo Local BID-UNPRE 289, realizado en Bahía Blanca en el 2009 intenta re-configurar el Territorio Local, siguiendo las pautas del PET.La ciudad, no es ajena a los mismos procesos de des-territorialización nacionales , producto de las políticas de máximo aprovechamiento económico de la historia de dominación de la "lógica del mercado" , que en la escala local, se vieron aumentados en los últimos 30 años de neoliberaismo, causando la ciudad fragmentada y altamente segregada socialmente que vemos en la realidad de cualquier ciudad latinoamericana.
En este Marco el Estudio del Plan de desarrollo Local BID-UNPRE 289, realizado en Bahía Blanca en el 2009 intenta re-configurar el Territorio Local, siguiendo las pautas del PET.La ciudad, no es ajena a los mismos procesos de des-territorialización nacionales , producto de las políticas de máximo aprovechamiento económico de la historia de dominación de la "lógica del mercado" , que en la escala local, se vieron aumentados en los últimos 30 años de neoliberaismo, causando la ciudad fragmentada y altamente segregada socialmente que vemos en la realidad de cualquier ciudad latinoamericana.
La
estrategia del plan BID se integra y ensambla en correspondencia con
las estrategias nacionales en cuanto a la configuración de nuevos
escenarios en la plataforma territorial, pero dando una impronta propia
que motorice el Desarrollo Local. La
capacidad organizativa del territorio es el resultado de una
construcción social y ésta requiere de una Gestión moderna pública y
privada pero lidera a por el Estado. En este nuevo escenario el Estado
es un Actor Estratégico, marca el rumbo y orienta la convergencia de los
actores presentes en la sociedad.Si desarrollo global incluye el
desarrollo territorial, los obstáculos estructurales del desarrollo no
pueden ser removidos sólo por la presencia del mercado, aunque tampoco
sin él. En consecuencia, hay que superar la dicotomía Estado – Mercado.La
gestión del desarrollo territorial debe involucrar a ambos, en una
tarea de construcción nacional, donde se articula la diversidad de lo
local para fortalecer la presencia en lo regional y en lo global.Sin
embargo, la relación no lineal entre crecimiento y desarrollo con
inclusión social exige una revisión de los parámetros de inversión
pública en infraestructura y equipamiento.
En
este sentido, los lineamientos de la agenda de inversión que lleva a
cabo el Gobierno Nacional se asientan en la voluntad política de
promover el desarrollo de las regiones rezagadas y de las comunidades
que en ellas habitan. Por el contrario, de no existir una voluntad
política explícita que se proponga modificar la lógica de mercado, esta
tiende a concentrar la inversión en las regiones que ofrecen ventajas comparativas
apriorísticas como las economías de aglomeración.De la misma manera la
Agenda de la Inversión Pública del Estado Municipal debe compensar
las áreas dejadas de lado por el Mercado y re-conducir las inversiones
hacia estas zonas "perdedoras" de la ciudad, generando nuevos focos de
inversión público-privado.
La
ciudad de Bahía Blanca se encuentra fuertemente segregada
espacialmente, con muy baja densidad, subsiste una ciudad
pobre,abandonada de inversión en el sureste y una ciudad rica de
shoppings y countries en el norte. El Plan del Bid, poniendo en la
discusión la problemática de la alta extensión del ejido urbano, sumado a
la baja tasa de crecimiento poblacional(3 veces inferior a la media
nacional)y la baja inversión privada en desarrollo de construcción de
ciudad, propone contrarestar toda política tanto de tendencia de
segregación hacia el Norte, con una estrategia de "costura" multinodal
de consolidación de la ciudad consolidada con el borde sur de la
imaginada "ciudad-Puerto". Esta estrategia conlleva el esfuerzo
articulado del sector Público con el Privado,dándole razón de ser a la
Agencia de Promoción Urbana en Coordinación con la Agencia de
Desarrollo, que supieron convivir, pero sin éxito en el período
2007/2009. Sin importar los pequeños fracasos que tendremos en el
camino, la búsqueda de los acuerdos necesarios para poder generar la"
masa crítica pensante" que necesita la sintonía fina que nos lleve hacia
el camino de la Ciudad y la Región INCLUSIVAS,necesita de espacios de
debate como hoy inaugura el CEGUIIR , para todos aquellos que quieran
comprometerse con la construcción del destino colectivo que traiga mejor
Calidad de Vida a todos y todas.
Como
señaló la Presidenta durante su discurso pronunciado el 19 de abril de
este año: “...de eso se tratan las ideas: instrumentos que sirven para
la liberación de los pueblos y para la construcción de sociedades más
justas y equitativas. Las ideas que no pueden exhibir sus resultados
sólo quedan en ideología. Cuando sí pueden hacerlo se transforman en
políticas y adquieren la verdadera dimensión que tienen que tener las
grandes batallas culturales, como la de transformar la historia. Nada
nuevo se ha inventado cuando hablamos de libertad e igualdad. Esos son
valores universales que vienen desde el fondo de los tiempos, que
representan la necesidad de la autodeterminación de los pueblos, que
muestran que cada sociedad puede construir su historia, su presente y su
futuro. Nos encontramos ante la responsabilidad histórica de conducir y
dirigir, por voluntad democrática de nuestras sociedades, los Estados
que nos toca gobernar, y también ante el desafío de atrevernos, como
aquellos hombres de 1810, a formular categorías de pensamiento que nos
sean propias”.[i]
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