La redefinición de las herramientas
de Gestión del Estado se hace evidente, donde la obsolescencia de actividad
planificadora tradicional del Estado, dirigista y positivista, no ha podido
superar las estrategias basadas en marcos regulatorios generalizantes, vacíos
del palpitante flujo de redes que construyen los tejidos sociales. La realidad
se ha filtrado incontenida y petulante de las manos de los intelectuales de
políticas de gestión pública, de
dirigentes y académicos, formados en ideologías que ya no responden, si
alguna vez lo hicieron, a las problemáticas actuales. Este contexto modifica los paradigmas de la modernidad en
que estaba basado el planeamiento tradicional:
a- las estructuras de
orden y control,
b- de conducción
dirigista de arriba hacia abajo,
c- de exclusividad de
los intelectuales planificadores
Estos nuevos tejidos sociales de
dinámicas complejas, interactivos y cambiantes, de necesidades mediatizadas,
requieren de formas flexibles de gestión para la canalización de intereses a
veces contradictorios y contrapuestos que se mueven en el marco local y global
simultáneamente. Formas más inductivas que impuestas, mas sistémicas que
analíticas, mas de metáforas que de discursos acabados, formas que respeten el
devenir teleológico más que de planificación de objetivos. La Ciudad es el escenario de
interacción, por origen y escala, más
dinámico que permite el encuentro de distintas racionalidades, donde se
conforman los espacios políticos que comprometan la totalidad de los actores
involucrados en el tejido social y promuevan el cambio de mentalidad necesario
para reconvertir la actitud disciplinarista de los sectores dirigenciales y
académicos de la sociedad que fueron responsables de las viejas estructuras
normativas. Esto plantea una nueva dinámica socio - espacial y la renovación de la
gestión territorial, basada en las transformaciones en la organización del
poder con la sociedad y fundamenta una nueva
gobernabilidad.
El diseño de nuevas herramientas de gestión pública requiere de escenarios donde la participación efectiva y eficiente de esta nueva sociedad sintetice un nuevo conocimiento transdisciplinario. El camino hacia la construcción de una nueva racionalidad, está mas cerca de acciones de escala acotada, con programas de acción eficientes, dirigidos hacia un sector de la sociedad concreto y con una gestión política contundente. Este es el Mensaje Medellín.
Como plantea A.Toffler, este es el momento de las ciudades intermedias, que por su escala adecuada permiten adaptarse fácilmente a los cambios y redefinir su rol en el esquema global. La ciudad del tercer milenio vista desde este enfoque es una superposición de varias ciudades, que como mosaicos yuxtapuestos y funcionalmente simultáneos conviven en diferentes escalas:
1- la ciudad local,
donde conviven las actividades básicas de producción y consumo.
2-La ciudad
barrial, donde se acrecientan las
necesidades de la vida cotidiana
3- la ciudad marginal,
donde vive la masa social excluida del sistema,
4- la ciudad global, la que se vincula (o no) con
el sistema global de generación de riqueza, los nuevos escenarios territoriales
que vinculan nodos y flujos alrededor del planeta.
5- La ciudad ambiental
que cruza todos los mosaicos y soporta
en su estructura física las acciones socio-productivas
Cada
una de estas escalas propone desde la materialización de los espacios, distintos enclaves en el juego de “los llenos y los
vacíos urbanos”, que aloja áreas de conflicto /oportunidad, escenarios propicios para el accionar de las nuevas formas de gestión del territorio. “Se puede afirmar que afortunadamente
hemos superado los tiempos en que la acción estatal se circunscribía ala
normativa y la obra pública, tenemos por lo tanto el desafío de situarnos en
una perspectiva mas compleja y desarrollar una cierta pericia en el manejo de
estos instrumentos”[1]
Párrafo aparte merece la discusión
planteada en el marco de la supuesta antinomia plan v.s proyecto urbano, al
decir “Posiblemente estemos de cara a un momento
histórico que presenta la modalidad del fín del plan. Sin plan y ante la
necesaria prosecución de un orden que proponga condiciones mínimas de
anti-entropía, reemerge la figura del proyecto urbano: proyecto como unidad de
producción de lo urbano y proyecto como instancia posible de control; proyecto
sintético-productivo y proyecto analítico-crítico.”[2]El
hecho de poder utilizar un instrumento que responde en forma eficaz al mercado
no implica que su instrumentación esté vaciada de contenido ideológico. La
posibilidad de implementación en el marco de una batería de instrumentos que
actúen en forma simultánea en el territorio y en distintos “layers ” en tanto
plataformas hipervinculadas, en respuesta a un “sofware” resignificado en
estrategias de Desarrollo, bien configura la categoría de Plan, en tanto el
mismo no pierda sustancia de apropiación y motorización por los actores
involucrados, de diverso poder relativo en el tablero de juego de la ciudad.imagen12
En
síntesis podemos plantear que en el marco de la Globalización y sus efectos directos sobre la reformulación de las estructuras del
Estado, se hace indispensable el rediseño de las herramientas de gestión
pública en el marco del Desarrollo Local, en tanto Desarrollo Sustentable :”Es un
desarrollo que distribuye servicios ambientales, económicos y sociales básicos
a todos ( los sujetos de una comunidad local ) sin alterar la viabilidad de los
sistemas ecológicos y comunitarios de los que tales servicios dependen”[3]. La creciente demanda
de participación que se vivencia en la población en general, evidencia un
reclamo social de acciones tendientes a
transparentar los actos públicos, creando canales de contención,
espacios de concertación. Este nuevo escenario incorpora en forma definitiva al
sector privado y a la Comunidad en general por medio de sus Instituciones
representativas, en la gestión pública, creando espacios de gestión mixta para
el diseño de las políticas de desarrollo.
El proyecto urbano como dinamizador de la inclusión
en la ciudad. Del “escenario posible” a la construcción de
ciudad desde la inclusión.
El desafío de diseñar nuevos
instrumentos de planificación urbana nos pone en el umbral previo, se diría epistemológico de la concepción de
“planificar los escenarios posibles” y la resignificación de esta actividad en
tanto instrumento define. Desde la dinámica urbana de invertir fuertemente como
Estado en los sectores mas vulnerables en Medellín y Bogotá a la invitación a
repensar qué implica inclusión como punto de partida de diseñar los
instrumentos, el re-definir las actitudes de los actores del planeamiento de la
ciudad sin boicotear nosotros mismos el
paradigma de inclusión que planteamos[4]
establece nuevas preguntas: ¿Plan o proceso?¿ proceso del plan?
La reflexión abierta se debate sobre
el ¿Cómo? desde la disciplina,
acompañar este proceso de Inclusión que la emergencia nacional demanda, emblema
implícito de nuestra generación que inicia el tercer milenio. Al decir del
geógrafo británico David Harvey :“El
derecho a la ciudad es mucho más que la libertad individual de acceder a los
recursos urbanos: se trata del derecho a cambiarnos a nosotros mismos cambiando
la ciudad. El derecho a la Ciudad es un derecho común antes que individual, ya
que esta transformación depende inevitablemente del ejercicio de un poder
colectivo para remodelar los procesos de urbanización. La libertad de hacer y rehacer
nuestras ciudades y a nosotros mismos es, uno de nuestros derechos humanos más
preciosos, pero también uno de los más descuidados"
El Municipio, como un actor
importantísimo en este nuevo espacio auto-eco-organizativo, que sustenta la
conformación de las nuevas Políticas de Estado, debe redefinir su rol para
propiciar, accionar y promover, convirtiendo el territorio en hábitat para
todos y todas, dando cabida a la eficiencia
de la inmediatez con la eficacia
necesaria para preservar las generaciones futuras.
La experiencia de Medellín, habla a las claras que cuando una ciudad, un pueblo decide recuperarse, estos es posible. Figuras como el alcalde Fajardo o el Arquitecto Pérez Jaramillo, sin quitarles su merecida importancia y liderazgo en la gestión realizada, fueron sin dudas emergentes de un proceso social que desde el "tocar fondo" de una sociedad en carne viva y signada por la violencia, estaba en pleno proceso de ebullición Y así, como parte de este proceso, se tomaron las decisiones de intervenir en ciertos puntos estratégicos de ese tejido social complejo y desde allí y con esos disparadores excelentes, articularon proyectos desde los sistemas de transporte publico accesible que tendió redes por todo el territorio hasta los equipamientos de excelencia arquitectónica verdaderos Hitos de desarrollo en los centros barriales más postergados.
El grado de intervención urbana y la
pauta presupuestaria para llevar a cabo la operación es vinculante a la apuesta
que esta construyendo esta sociedad desde su compromiso político hasta su
aceptación comunitaria. ¿Es esta una forma de generar auto-eco-organización ?
¿estamos ante un modus operanti de
construcción de ciudad desde el pensamiento complejo como visión
meta-sistémica?
Allí donde la pobreza urbana era más cruda esta calidad de inversión del Estado, en Centros Comunales, Biblioteca, Escuelas, Centros de autogestión y producción y estaciones de transporte, tejió un entramado de auto desarrollo dignificante hacia un proceso de recuperación del DERECHO A LA CIUDAD. No solo son ideas, son productos urbanos palpables, que requerirán de un futuro que consolide resultados, pero que sin duda constituyen una avanzada concreta hacia procesos de inclusión.
El sistema espacial se convierte en
la materialización de la distribución equitativa de la riqueza. A partir de una
sistematización de “impulsos” de desarrollo focalizados en equipamientos que
integran, cultura, educación o trabajo, fomentan el intercambio de las personas
y devuelven la confianza en el Estado como la garantía del proceso de
distribución de las cargas y beneficios de la Ciudad. imagen 11
Un planeamiento de múltiples focos,
que como verdaderos impulsos nerviosos del sistema parasimpático, lograr
revertir las condiciones de sentirse excluido al interior de la conciencia de
ciudadanía, generando un proceso de espiral ascendente de pertenencia,
dignidad, identidad y libertad de ejercer el derecho a la Ciudad. Sin duda
todavía le falta mucho camino a Medellín para convertirse en una Ciudad
Inclusiva y aspirar a la Validad de Vida que puede ofrecer una ciudad central
como por ejemplo Vancouver, pero demuestra que hasta desde el “miedo (se puede
llegar) a la esperanza”, como recita el slogan del Intendente Fajardo.
Por ello cuando hablamos de
inclusión, debemos cuidar la importancia de la generación de estos procesos,
catalizar los emergentes, “sintonizar las demandas de quienes se sienten
excluidos, a donde y desde dónde”[5]
La no conciencia de la fragilidad del vínculo entre actores sociales
interrelacionados en esta búsqueda de
bienestar para todos, puede poner en peligro toda la operación de inclusión que
como Estado se intente promover.
La visión próxima de la práctica de
la planificación en tanto instrumento de transformación social, debe caminar
por este espacio incierto y complejo,
recreando una nueva racionalización de los procesos de construcción de
ciudad en tanto construcción de ciudadanía. Repensarse como facilitadores es
posicionar al planificador como solo un actor más que participa, pone el
impulso, motiva y es motivado, propone y es repropuesto, en una espiral
compleja de un proceso creativo de promoción social.
El Proyecto Urbano
como instrumento de gestión y participación. Nuevas centralidades en el Plan de
Desarrollo Local de Bahía Blanca[6]
LorenaVecslir Peri, GabrielAnton
El carácter fragmentario y las constantes transformaciones de índole
física, social y económica que afectan actualmente nuestras ciudades, impiden
prever imágenes espaciales acabadas, construir modelos integrales o generar
normativas de regulación y desarrollo urbano que permanezcan inalterables a
largo plazo. Dentro de estos procesos de transformación, destaca la aparición
de nuevos agentes y mecanismos de promoción inmobiliaria (con una creciente
intervención del capital financiero privado), paralelamente a la profundización
de los desequilibrios económicos y sistemas de exclusión/inclusión social.
En este marco de complejidad, desde hace ya un tiempo se ha instalado
el debate de un “planeamiento en controversia”[7] y
el reclamo de renovación del instrumental urbanístico tradicional para hacer
coexistir, por un lado, la visión normativa con intervenciones acotadas
espacial y temporalmente; y, por otro, para responder a la creciente demanda de
nuevos mecanismos de gestión que canalicen la participación ciudadana y
acerquen el planeamiento, desde su mismo proceso de gestación, a los
requerimientos reales de la población local.
En esta búsqueda surge el concepto de proyecto urbano (PU) como mecanismo con capacidad de
transformación de la realidad frente a necesidades específicas y con la
inmediatez que demanda la sociedad contemporánea. “Una idea de intervención que
no es ni arquitectura ni plan, sino PU”[8] con
instrumentos proyectuales también intermedios entre la definición
arquitectónica y la ordenación urbanística. Una escala de intervención que
asimismo se demuestra efectiva como ámbito de gestión e implementación de
mecanismos de colaboración público-privado en vacíos urbanos o áreas de oportunidad.(ver
Anexo gráfico 1)
Sin embargo, muchos de estos proyectos urbanos han
sido desarrollados solo desde la óptica de la competición global y el marketingurbano, siendo indispensables
mecanismos inclusivos que
permitan utilizar las plusvalías generadas a fin de satisfacer, a nivel local,
las necesidades reales de infraestructura, servicios, vivienda, espacio público
y equipamiento urbano. En este sentido, la intervención del sector público y de
las organizaciones civiles (grupos, asociaciones y movimientos vecinales)
permite ampliar el concepto del PU como configurador de una imagen deseable de
espacio urbano, al de instrumento de participación y ámbito físico de
aplicación de políticas públicas de sostenibilidad ambiental, económica y
social.
Bajo esta perspectiva, la ponencia se centra en la reinterpretación
teórico-práctica del PU en nuestro medio (en particular, en la ciudad de Bahía
Blanca) y en las oportunidades que representa para la construcción consensuada
de nueva morfología e identidad urbana, procurando aportar argumentos sobre los
métodos e instrumentos de intervención que, de manera participativa, permitan
reestructurar y recuperar sectores urbanos degradados u obsoletos.
Desde un punto de vista metodológico, la investigación realizada dentro
del marco del “Plan de Desarrollo Local para el Partido de Bahía Blanca”[9]
utiliza la figura del PU con un doble objetivo. Por un lado, dentro del
modelo urbano territorial propuesto, para el desarrollo denuevas centralidades con programas mixtos y un impacto de
transformación y recalificación urbana más allá del propio ámbito de
intervención. Por otro, como instrumento dinámico para responder a los desafíos
del corto plazo, aprovechar las áreas de oportunidad (corredores territoriales de las trazas y cuadros ferroviarios
y del sistema hídrico), posibilitar modos de gestión compartida, y garantizar
equilibrios básicos entre intereses particulares y vocaciones locales.(ver
Anexo gráfico 2)
El plan se basa en la articulación de dos en granajes fundamentales: el
nuevo modelo territorial que
conjuga la realidad funcional /ambiental con las escalas y tendencias de
desarrollo socio-económico a consolidar o potenciar, y una nueva gama de instrumentos de gestión y promoción
socio-territorial (entre ellos, el PU), complementarios al Código de
Planeamiento, que institucionalizan escenarios alternativos y participativos.
Así, entre los principales aportes del trabajo cabe destacar:
- La
revisión del concepto de PU, nacido en los años ’80, y de algunos ejemplos en
áreas de oportunidad de ciudades argentinas en las últimas dos décadas:
características y tendencias comunes.
- Su
aplicación en el Plan de Bahía Blanca como estructurador de nuevos espacios de
centralidad (Puerta sur, Ciudad de las Artes y las Ciencias, Distrito
Tecnológico, Ciudad Judicial, Paseo del Estuario, etc.), o de consolidación y
resignificación patrimonial de centralidades existentes (Ingeniero White, Gral.
Daniel Cerri).
-
Paralelamente, su utilización como motor de la inversión público/privada,
mediante la propuesta de consorcios urbanísticos, fundaciones de promoción
urbana, juntas de compensación vecinal, etc., para la generación de plusvalías y aplicación de
políticasinclusivas de inversión
pública y promoción social (programas Habitat Bahía, Bahía Cooperativa, Centros
de Gestión Comunal, Bahía Sustentable, etc.).
- En el
caso concreto de la franja costera bahiense, la presentación de escenarios
alternativos para la articulación ciudad-estuario, generación de nuevos
equipamientos y espacio público, permeabilidades visuales y conexiones viarias,
según el perfil de cada proyecto (predominantemente residencial, de actividad
económica, cultural y de esparcimiento).
En general, el planteo de nuevas centralidades de localización
estratégica tiene por objetivo revitalizar los barrios donde se insertan así
como mejorar el funcionamiento del conjunto de la ciudad, frenando las
dinámicas dualizadoras de concentración-marginación[10].Constituyen condiciones de
estas nuevas centralidades una alta accesibilidad, la mezcla de usos, la
presencia de algunas arquitecturas singulares (landmark de la operación), y de equipamiento y espacio público
de calidad en continuidad con el tejido urbano existente. La prioridad
atribuida al espacio libre colectivo en cada uno de los proyectos resulta de su
capacidad de ordenación espacial, sustentabilidad ambiental e inclusión social,
sirviendo a múltiples escalas de uso y tipos de usuarios, articulando lo
regional y lo local, lo público y lo privado.
[1]Desarrollo de nuevos
instrumentos de urbanismo.Alfredo M Garay, apuntes Gadu 2011
[2] CRISIS DE SOSTENIBILIDAD Y NUEVA GESTIÓN URBANO-TERRITORIAL
Roberto Fernández , apunte Gadu 2011
imagen12 Diagramas
de desarrollo Propio, presentados al Municipio en el marco de la Agencia de
Promoción Urbana 2006.
[3] ICLEI , The Local Agenda 21 Planning Guide
[4] Dr. Pedro
Silbermann. Conferencia- Debate , La ciudad Inclusiva, UTN 2011. Ref.
http://laciudadinclusiva.blogspot.com
imagen 11 Filmina
presentación del Arq. Perez Jaramillo “Medellin” del Miedo a la Esperanza
.Bahia Blanca 2010.
[5] Dr. Pedro
Silbermann. Conferencia- Debate , La ciudad Inclusiva, UTN 2011. Ref.
http://laciudadinclusiva.blogspot.com
[6] Link de
artículo. http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-331/sn-331-10.htm
[7] Font, A. (coord.) (2003). Planeamiento urbanístico. De la
controversia a la renovación. Barcelona: Ed. Diputació de Barcelona.
[8]
Solá-Morales, M. (1987) “La Segunda Historia del Proyecto Urbano, Otra
tradición moderna”. Barcelona: UR Nº 5, p.21-31.
[9] Estudio
1.EE.289. Préstamo BID 1896 OC-AR, Programa Multisectorial de Preinversión II,
UNPRE, Secretaría de Política Económica, Ministerio de Economía y Producción de
la Nación.
[10]Borja, J.
(2003). “Ciudad y planificación: La urbanística para las ciudades de América
Latina”. Colección Mediterráneo
Económico 3: Ciudades, arquitectura y espacio urbano (Horacio Capel, coord.).
Madrid: Caja Rural Intermediterránea - Cajamar, p.81-104.
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